viernes, octubre 31, 2008

La casa hambrienta

*


-Se dilataba y expandía la casa,
ardiente de euforias constreñidas,
ardiente de sopor de madre,
de sexo enardecido,
Carbonizando las paredes enjutas,
derritiéndose como lamentos,
moribundos y urgentes,
Se extendía la casa,
se extendía hasta mis entrañas,
roídas y machacadas,
Corrían por las barandas jugosas,
los golpes empuñados perforando,
las sonrisas infantiles,
las fotografías que olían a hollín.
-Esqueletos rebotando por las escalinatas,
repletos de dudas,
atosigados por sorbetear...
el humo de las habitaciones ennegrecidas,
Aliento que se derrama y se acicala,
en las esquinas de la casa lastimada,
Espectro pueril que acalla los llantos,
los bramidos y las mordeduras del alma,
como un cuerpo que encapsula la cama desnuda,

... las ventanas quebradas,

y las miradas ardorosas.

domingo, octubre 05, 2008

Pulsiones de muerte

*


Una noche Mors se zambulló por las cornisas de su palacio subterráneo. Trepó intrépido los altos murallones del templo de Somnus, y arrebatado por su codicia le dio muerte con un suave beso que coronó en sus labios nocturnos. Muerto Somnus, Mors se hacía dueño y señor de las sombras, abrazando todo cuanto a su paso se arrojase.

El día en que Mors asesinó a su hermano gemelo Somnus, no descansaron los ríos bravos y enloquecidos, no cesaron su vuelo las aves que caían sobre los mares abigarrados de cuerpos acabados. La ciudad completa padeció el más severo desvelo. Interminables fueron las noches y los meses que transcurrieron a rastra fatigados. A todo ser insomne que suplicó oscuridad, Mors apenas le toco con su dedo concediéndole la noche eterna, alimentándose de cada último soplo y palabra renunciada.
Cada vez que dormitamos, que nos pesan los parpados, que arrastramos los pies cansados, estamos palpando el aliento de Somnus que nos engulle en su organismo espectral para poblar las tinieblas por donde ahora deambula desolado en busca de su antiguo reino, emperador de los sueños.

La imagen metafórica de Mors o también conocido como Tánatos, viviendo en nuestro cuerpo explican la autodestrucción como el principio generador de muerte. La pasividad del individuo que muerde trozo a trozo su impulso de violencia corroyéndolo hasta que ésta se adueña de su aparato motor, de su acto a seguir y finalmente de la supremacía de la violencia que embetuna y sobrepobla todo como almidón a un diabético.
Por otro lado la ciencia nos muestra como las palabras, los pensamientos enardecidos, la auto-mitigación, provocan que ésta ultra violencia absorba también la energía vital de nuestro cuerpo, convirtiéndola en desechos y bombas nucleares internas que arrebatan al ser humano el resto de "Eros" (En mitología representado como; Vida o Amor) que impulsa la vida.

Día a Día nos enfrentamos a diversas situaciones que nos vuelven paulatinamente adictos a este gen: El sentimiento irascible, la compulsión, la sobre-exigencia como un castigo psíquico y corporal, manifestado en adoraciones al ego, apetitos narcisistas que sucumben en infidelidades, desavenencias interpersonales y sensación de frustración ante la imposibilidad de concretar los requisitos mínimos de evolución que nos proponemos. Somos una especie que oscila continuamente entre la luz y la oscuridad, (entendidos como conceptos generalizados y no específicamente culturales). Somos todos potencialmente Dios, si entendemos ésta asociación de Dios, sin estar sujeta a un icono social, sino a la esencia o idea abstracta de lo que creemos Dios, como energía creadora, modificatoria o inclusive impulsadora de algo que origina muchas otras cosas. Somos una cápsula atochada de impulsos, y es ese impulso un Big-Bang liberador y atomizador del todo, aún los accidentes deben tener dos partes confluyentes de tal hecho. Un positivo y un negativo que se estrellan como dos fuerzas imparables generando un objeto inamovible. Entonces, comprendiendo este choque fundador de algo, como una energía liberada por otro encapsulado; ¿Seremos también nosotros capaces de transformar y originar tan magnas cosas?, si este supuesto fuese así posible; ¿Con qué potencia nuestra mente afectaria el orden natural de nuestro cuerpo y el de los otros?. Si somos seres divinos en potencia, también somos potencialmente seres oscuros, capaces del mismo poder de engendrar fuerzas negativas imparables.

Una persona adicta a la sensación que produce el amor. Una persona dependiente de la sexualidad que produce con quién es adicto. Una persona adicto a muchas otras drogas psicomotoras. Una persona que piensa de tal manera y en tal potencia a alguien que no sabe si existe o no, que lo atrae y que lo superpone a cualquier otro interés que pudiese procesar su pensamiento. Entendido esto: ¿Podría ésta persona convertir ésta histeria en algo real?; ¿Es acaso aquella histeria colectiva una manifestación en masa de nuestra potencialidad para originar cosas?. Podríamos entender que los cuentos de hadas, los mitos, los deseos generacionales de las personas, que toman un color universal, sin importar nacionalidad, edad o tendencia, no son sino el instrumento creador más poderoso de los seres sintientes. Puede que mucho de lo que han predicado distintas religiones y culturas a lo largo de la historia, como herramientas de sanación y de don, no sean si no otra verdad irrenunciable, que es posible perfilar dentro de los marcos de evolución psíquica.



- Somos todos mortales hasta el primer beso y el segundo vaso, y esto lo sabe cualquiera, por poco que sepa. - (Eduardo Galeano)