lunes, abril 14, 2008

Ni el I ching , ni Freud

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Según Freud, nuestros sueños no son otra cosa que el grito de auxilio de nuestros deseos censurados. Aparecen de pronto enviándote coordenadas caóticas, casi inteligibles y tan fáciles de malentender, que su acierto es una obra de azar. Despiertas una mañana creyendo saber algo, sintiendo que tienes la gran idea entre tus manos. Y aunque te haz vuelto experto en unir-desvincular y rehacer señales imprevistas, la enérgica credibilidad (pecadoramente ingenua) de los veinte años te arrastra a creer que este es tu día de suerte, tu día de arrojo al realismo mágico (de garcía marquez), y que como un efecto decodificador de la vida todo se condensará para subirte a sus hombros y lanzarte a la calle más directa a tu destino, a ese zaguán al que esperas rendirte como un animal cansado del sol rabioso, de la hierba mala, del frío desértico.

La vida no es tan impetuosa como se cree, eres tú quien le arrebata a tirones su energía ilimitada (aparentemente), quien apreta entre sus dientes las oportunidades que cuelgan. Un día de estos sufriré de una embolia -pensé-, de tanto masticar y masticar a apretujones las casualidades más que nada causales y vaticinios que sin traducción previa son un impulso abigarrado de negaciones.

Quiero un frío... uno pequeño. Un pedazo de frío que me devane las asperezas (también las-perezas). Que me ponga la piel más asertiva (o creativa), que me congele la cabeza caliente de tanto pensar en que debo mantener los ojos bien despiertos. Despiertos para saber distinguirla sin una suma incontenible de errores y malos augurios pisándome los pies... ¡Ufff...!, Ahá, me agoto por hiperactiva, por no entender que lo primero es sentarme de una vez y esperar a que me encuentre, que de tanto moverme damos vueltas en círculos (imaginarios y polares), que la busco y la pierdo y me pierdo entre las caras de la gente y estoy ahí una vez más, parada en el centro de la ciudad, saliendo de un pequeño departamento hecho de melocotón, descendiendo de un automóvil tan pequeño como una cereza, y finalmente cerrando puertas... ventanas, posibilidades, etapas. Todo por ella, por no saber reconocerla.

Tuve sueños mellizos. Me vi mordida por bocas distintas, magullada hasta los huesos. Me vi acorralando y siendo domesticada como una bestia. Y depredando a la vez todo cuerpo, toda mirada que me pareció cómplice o enemiga. Finalmente estaba aquí, vacía de deseos, vaciada para llenarme de nuevo con la pureza de quien ha saciado instintos y venganzas.

Hace poco comencé a leer el libro de los oráculos, la fuente de toda sabiduría según decía Confucio. En alguna parte leí que la vida esta formada por una cadena de sucesos sincrónicos, que resultan en una; "aparición simultánea de pensamientos, símbolos o estados síquicos idénticos...", según recuerdo. En algún sitio alguien esta teniendo la misma obstinada idea que yo, la pregunta de hoy es donde y cuando se resuelve el punto donde convergemos. El encuentro.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me hare amiga del destino y del azar, derepente nos aliamos y me llevan finalmente donde debo estar...

un besito!!

"Tu fans Nº1"

Marcelo Munch dijo...

Podría existir otra alternativa, que el encuentro no exista porque viajamos juntos, sólo que no lo sabemos. Podría.

Marcelo Munch dijo...

Mmmm... profesores de derecho... hacían años que no me decían algo que me doliera tanto.

Todo bien, no hayo cómo diablos sacarme el maldito sermoneo de la cabeza.

Nos releemos

Carlota dijo...

Ya me haba dejado caer por tu blog desde que me dejastes un comentario, pero no habi podido deternerme mas que para leerlo por encima. Solo te digo que te expresas muy bien, y que intentare seguir pasando por aqui si me es posible.

leit0 dijo...

Ni discos ni Bob

Muy buena escritura. Felicitaciones